Un equipo científico con participación española ha secuenciado el ADN de semillas de uva antiguas, halladas en el sur de Francia, para trazar el árbol familiar de viñas antiguas y modernas. Muchos de los vinos que ahora consumimos en Europa son descendientes de variedades que tienen cientos de años.

En los últimos años, el desarrollo de las técnicas de secuenciación de nueva generación y su aplicación al estudio de las trazas de ADN antiguo –que pueden aislarse de restos arqueológicos– están contribuyendo a cambiar nuestra visión de la historia. 

En el caso de la vid europea (Vitis vinifera), la uva exhibe una gran diversidad, con miles de variedades descritas en registros históricos y contemporáneos, y a menudo se cultiva a través de la clonación. Gracias a los relatos, sabemos que algunas de estas variedades se remontan a la Edad Media y que se domesticó por primera vez hace 6.000 años. Sin embargo, las relaciones genéticas entre viñas antiguas y modernas han sido muy difíciles de vincular.

Un equipo de científicos, con la participación de José Miguel Martínez Zapater, del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (en Logroño), ha analizado los genomas de 28 de estas semillas para rastrear su linaje. Los restos se han recogido en nueve yacimientos arqueológicos del sur de Francia, que datan de la Edad del Hierro, la era romana y la época medieval.

“Analizamos el genotipo de esos ADN en distintos lugares del genoma y lo comparamos con el de muestras de referencia actuales, tanto cultivadas como silvestres. De esta forma encontramos que las muestras arqueológicas estaban estrechamente relacionadas con cultivos en Europa occidental que se utilizan para la elaboración de vino hoy en día”, dice a SINC Martínez Zapater, coautor del estudio que publica la revista Nature Plants, en el que se describe la ascendencia genética de las vides francesas.

En el caso de savagnin blanc, una uva que data de entre los años 1050 y 1200, el trabajo demuestra que es genéticamente idéntica a la actual, lo que indica que esta variedad se ha cultivado en Francia durante casi 900 años. Esta variedad está extendida por toda Europa, en Alemania y norte de Italia se denomina traminer y en España se conoce con el nombre de albarín blanco.

“Identificamos tanto semillas con firmas genéticas idénticas a las presentes en diferentes yacimientos romanos, como semillas que comparten relaciones de padre y descendencia con variedades cultivadas hoy”, añade Zapater.

La historia de la uva europea
La vid ha sido durante mucho tiempo importante tanto para la producción de vino, como una fuente de alimento. Los registros históricos indican que los griegos introdujeron los viñedos en Francia en el siglo VI a. C., pero la producción de vino no se extendió por la mayor parte del sur de Francia hasta el siglo I a. C. y con la llegada de la ocupación romana.

Las variedades de vid suelen reproducirse vegetativamente mediante esquejes o injertos desde su selección. Es la forma de mantener las características de la variedad. “Por ejemplo, de la variedad moscatel se habla en tratados de agricultura de hace mil años. Lo que no es posible es saber si lo que llamaban moscatel en los textos correspondía al que conocemos en la actualidad”, explica el científico.

Con el análisis de ADN se confirma esta posibilidad cuando hay restos que se puedan analizar. Según explica Zapater, las órdenes monásticas probablemente tuvieron algo que ver en su distribución por Europa. “En España cultivamos variedades blancas muy importantes como verdejo, godello o  maturana blanca (en Rioja) que descienden de esta variedad. Son hijas suyas”, añade.

Ahora, el equipo de investigación está intentando un estudio similar en España. “Hemos extraído ADN de semillas arqueológicas y estamos en el proceso de análisis. Hay muchos yacimientos arqueológicos en los que aparecen semillas y cada vez más. Se trata de recoger y catalogar y analizar los restos biológicos hasta dónde se pueda llegar. Las vides en la península ibérica tienen diversos orígenes y es muy interesante estudiar el origen de las diferentes variedades e integrarlo en la historia de las poblaciones”, concluye Zapater.

Referencia bibliográfica:

Jazmín Ramos-Madrigal et al. “Palaeogenomic insights into the origins of French grapevine diversity” Nature Plants 5, 595–603 (2019). 10 de junio de 2019. https://doi.org/10.1038/s41477-019-0437-5

Fuente: SINC