Según los datos estadísticos publicados por el BOE, España se situó en 2017 como el principal productor a nivel comunitario por superficie certificada de producción ecológica y entre los cinco mayores a nivel global. En conjunto supera los 2 millones de hectáreas certificadas que dan ocupación a casi 38.000 productores y con 4.300 empresas dedicadas a la transformación de los productos. De la superficie total, 107.000 ha se destinan a la producción de uva que corresponden aproximadamente al 20% de la superficie total de cultivos permanentes. Estas cifras son similares a las italianas y en los dos países  la tendencia creciente parece estar lejos aún de haber alcanzado el máximo.

Este aumento está seguramente condicionado por la toma de conciencia de productores y, sobre todo, de los consumidores hacia un mayor respeto por el medio ambiente y preocupación en temas de salud.

En vista de que se esperaba un aumento del interés en este modo de cultivo, hace ya algunos años la Fundación Edmund Mach de San Michele all’Adige (Trentino. Noreste de Italia) inició un experimento para comparar los sistemas de manejo del viñedo ecológico y biodinámico con el sistema de cultivo convencional.

Trentino es un territorio de montaña situado en los Alpes Italianos que presenta unas características de elevada presión por parte de algunos patógenos y una fuerte antropización del territorio, sobre todo en las principales zonas de producción agrícola. Estas características han impulsado el estudio de diferentes alternativas de gestión de los cultivos para limitar la utilización de productos de síntesis.

El presente artículo se centra en parte de los resultados adquiridos durante la experimentación.