La oxidación es uno de los principales fenómenos que modifican la calidad del vino.
Puede tener lugar en todos los vinos (blancos, rosados, tintos y espumosos) y afecta a todas las características sensoriales (color, olor, sabor).

A causa de la oxidación, el color de los vinos blancos inicialmente pierde los reflejos verdosos típicos del vino joven; a continuación, aumenta la intensidad del color amarillo que primero tiende al dorado y luego al marrón. En los vinos tintos, la oxidación primero provoca la pérdida de los reflejos violáceos, luego reduce la intensidad del color rojo que gradualmente va siendo remplazada por tonos anaranjados.