Para evitar las plagas, uno de las trucos utilizados por los entomólogos es aplicar técnicas de confusión sexual que permiten disturbar la vida sexual de los insectos y evitar su reproducción, como por ejemplo la pulverización de feromonas de síntesis que cubren las señales olorosas dejadas por las hembras, evitando de esta forma el encuentro y el apareamiento con el macho.
 
Recientemente, un equipo de investigación italiano de la” Fondazione Edmund Mach”, buscando siempre en qué modo interrumpir el proceso de apareamiento entre estos insectos, ha desarrollado una simple e innovadora técnica: han aplicado por primera vez la técnica de la confusión sexual a insectos que se comunican con sonidos. En práctica se trata de emitir microvibraciones con una frecuencia, intensidad y ritmo específicos, que sustituyen las señales vibracionales emitidas por los insectos para encontrase.
 
Esta técnica se ha aplicado al caso particular de la Flavescencia dorada, enfermedad muy extendida sobre todo en el sur de Francia y en Italia. Se trata de un fitoplasma  que ataca la vid y que se transmite a través de un insecto, la cicadela Scaphoideus titanus
 
Actualmente no existen tratamientos eficaces contra esta enfermedad que puedan sustituir el uso de pesticidas. Una de las razones es el tipo de vector, ya que estas cicadelas no utilizan feromonas para atraer el macho y por tanto las trampas de feromonas, muy eficaces para otro tipo de plagas, en este caso son totalmente inútiles. Sin embargo estos insectos usan un complejo repertorio de vibraciones que se propagan a través de las plantas donde se posan.
 
En particular este equipo de investigación, estudiando la secuencia del cortejo de la cicadela observó que es el macho el que provoca un ligero temblor  en la planta para señalar su presencia y a continuación consigue localizar la hembra en función de su respuesta. Pero sobre todo descubrieron que los machos rivales producen una especie de ruido vibracional para disturbar la comunicación de la pareja y poder ser él que se aparea con la hembra.
 
Ante esta evidencia los investigadores se plantearon la posibilidad de grabar y reproducir este ruido para evitar cualquier tipo de apareamiento entre los insectos.
 
Esta cicalina en Europa es monofaga, es decir se alimenta sólo de vides cultivadas y no puede utilizar otra planta huésped, por tanto si los individuos no consiguen aparearse, la población desaparece al cabo de pocas temporadas. 
 
En un reciente artículo publicado en el Journal of Pest Science, los investigadores muestran los buenos resultados obtenidos en un estudio a pequeña escala llevado a cabo en el norte de Italia. El siguiente paso será demostrar sus potencialidades a escala real. 
 
Desde un punto de vista práctico la distribución de las vibraciones a todas plantas no es un problema, ya que se pueden utilizar los alambres presentes en las hileras para sujetar las vides. En este estudio se transmitió, a través de estos alambres, el ruido vibracional del insecto rival que se había previamente grabado. Se liberaron durante 24 horas parejas de cicadelas en jaulas colocadas alrededor de las plantas y a continuación se recuperaron y se comprobó que el 90 % de las hembras se había mantenido virgen, mientras que en las plantas control sólo el 20%. La investigación permitió determinar el radio de acción de estas vibraciones, es decir los “agitadores” que producen las vibraciones se deben colocar en la hilera a 20 metros de distancia, y evidenció que el sistema se puede interrumpir entre las 10 de la mañana y las 6 de la tarde porque en ese periodo del día las cicalinas no están activas. 
 
El siguiente paso de la investigación será su aplicación a gran escala para demostrar su conveniencia a nivel de coste y eficiencia con respecto a los tratamientos fitosanitarios. Desde un punto de vista más general el estudio ha demostrado la utilidad práctica del estudio de aspectos básicos de la biología de los insectos.