Una nueva investigación dirigida por el Dr. Rob Walzer del CSIRO ha confirmado la capacidad de los portainjertos de reducir el impacto de la salinidad del suelo y del agua de riego, un problema que preocupa cada vez más al sector vitícola, debido a los veranos más largos, calurosos y secos que está provocando el cambio climático
Numerosas pruebas realizadas en la región del sureste de Australia mostraron un intervalo de tolerancia a la salinidad relativamente amplio en ocho portainjertos disponibles en el mercado y llevó a la creación de un índice de tolerancia a la salinidad (STI) para clasificar los portainjertos disponibles.
La investigación, financiada por el GWRDC y realizada en colaboración con el AWRI, incluyó no sólo las pruebas de campo tradicionales, sino también el análisis sensorial de los vinos obtenidos con el fin de conocer cuanta salinidad se puede acumular en el mosto y el vino y la influencia que podría tener en sus características organolépticas.
Normalmente las pruebas de tolerancia a la salinidad sólo tienen en cuenta el rendimiento o la cantidad de sal acumulada en las hojas, tallos o frutos, pero en realidad, es necesario tener en cuenta una combinación de factores.
En este trabajo se analizaron varias características medibles, tales como rendimiento, índice de área foliar, concentración de cloruros y sodio en el mosto y densidad colorante del vino para luego crear el índice, que clasifica a los portainjertos en función de su tolerancia a la salinidad.
Según esta investigación el sabor salado en el vino tinto puede detectarse cuando los niveles de cloruros alcanzan alrededor de 450-500 mg / L. Por otro lado, los vinos salados provocan una sensación en boca de aumento de la viscosidad, aunque no se conoce la causa de esta sensación.
Los datos sensoriales también han proporcionado información valiosa sobre otras características del vino en relación con el portainjerto, como por ejemplo diferencias en la intensidad del aroma y color.
Las pruebas se llevaron a cabo con cinco portainjertos estándar (140 Ruggeri, 1103 Paulsen, 110 Richter, Ramsey y 101-14) y tres portainjertos obtenidos en proyectos financiados por GWRDC y CSIRO (Merbein 5489, Merbein 5512 y Merbein 6262).
La variedad utilizada fue en todos los casos Shiraz.
La capacidad de exclusión de cloruros fue parecida en todos excepto en Merbein 6262, que acumuló hasta 480 mg / l de cloruros en el vino. Sin embargo, cuando se tuvieron en cuenta otros factores como el índice de área foliar, la concentración de cloruros y sodio en el mosto y la densidad colorante del vino, Merbein 5489, 110 Ruggeri y 140 Richter fueron los más tolerantes a la salinidad.
Los portainjertos tolerantes a la salinidad parecen limitar la acumulación de cloruros en las hojas y frutos a través de un menor transporte de las raíces a los brotes. La investigación, realizada en colaboración con la Universidad de Adelaida, ha identificado varios genes potencialmente implicados en el proceso de exclusión del cloruro.
El CSIRO ha puesto en marcha dos nuevos proyectos: el primero para el desarrollo de nuevos portainjertos obtenidos específicamente para las condiciones australianas y de marcadores moleculares para el cribado de la resistencia a filoxera y nematodos. Un segundo proyecto, en colaboración con la Universidad de Adelaida, tratará de comprender mejor la tolerancia al estrés abiótico (agua, calor y salinidad) de los portainjertos, con el desarrollo de un marcador de la exclusión de cloruros y sodio que facilite el breeding de portainjertos .
En el sitio web de GWRD es posible consultar una ficha técnica sobre los aspectos prácticos relacionados con la gestión de la salinidad (sigue este enlace)